Los Gobiernos son estructuras que como edificios no preparados para seismos se tambalean, crujen y se resisten ante una nueva era en la que la sociedad civil apoyada en las tecnologías TIC, usando como armas los teléfonos inteligentes, internet y las redes sociales, reclaman su lugar en el mundo. Una sociedad que es más dinámica, reivindicativa y quizás hasta con las ideas más claras: al menos saben lo que no quieren.
Por ello, los Gobiernos que aún no han llegado a entender muy bien cómo reaccionar, van tomando medidas que no satisfacen a los ciudadanos, medidas tradicionales a nuevas demandas. Así se entiende el intento de control de internet en muchos países (en realidad en todos). Pero ni las mareas ni los vientos se doman, lo más que se puede hacer ante una crisis es gestionarla.
También así se entienden la aparición de nuevas formaciones políticas ya adelantado por los partidos ecologistas, y en la actualidad por el Partido Pirata por ejemplo. También se entienden los movimientos como el 15M o las revoluciones en el norte de África.
El ciudadano empieza a sentirse no representado por sus representantes, no encuentra un papel de participación activa que no sea a través de partidos políticos cuyas reglas de juego las dictaron en otras décadas muchos de los actuales políticos profesionales. Esas reglas son las que permiten mantener estructuras idénticas hace años, con un sistema clientelar, de reparto de prebendas y favores. Estructuras que si se conoce sus reglas, permiten que grupos familiares controlen partes del aparato político con el fin de fiscalizar y obtener beneficios para los suyos. Esto no es nada nuevo: los clanes familiares desde la época de los romanos hasta la actualidad han sido la clave de muchas sociedades.
La economía no es ajena a esta nueva era. El gran capital, los enormes fondos de inversión, tratan de mantener un estatus de control de los mercados, de los Estados, bajo la amenaza de retirar grandes fortunas invertidas. Así se entiende que las calificaciones a la baja no sean en realidad basada en riesgos o rentabilidad económica de un país determinado, sino de la divergencia de su sociedad respecto del modelo tradicional, anterior a esta nueva era.
También se entiende así el gran apoyo de los Estados a la Banca. Ante la incapacidad de encontrar respuestas para las demandas de quienes los han votado y para los que gobiernan, los políticos se posicionan ante la teórica amenaza mayor.
Tienen la misma sensación que la sociedad romana ante los bárbaros: no supieron entender que la era del imperio romano había terminado y que era necesario el diseño entre todos de un nuevo modelo.
Ningún Gobierno ha liderado un cambio o revolución. La sociedad civil sí. Sepamos reconocer nuestra fuerza, nuestra misión y nuestra responsabilidad.