Libro: La Reina sin nombre, de María Gudín

La Reina sin nombreMe ha gustado mucho. Quizás no sea un  original comienzo de la crítica/opinión de esta obra, pero resume bastante la cuestión.

La autora se ha centrado para contarnos la historia de un personaje inventado, la reina sin nombre, en una parte de la historia de España poco conocida y con poca documentación: entre la época hispanoromana y la goda en el norte de España, con un mundo de astures, celtas, cántabros, etc. Descubrirás pueblos cuyo nombre jamás has oído, conocerás costumbres, tradiciones y leyendas célticas del norte de España.

También por mi vinculación con Mérida he visto (he leído) la importancia que tuvo en la época goda como capital del reino, antes de que lo fuera Toledo, y  ahora valoro más ese museo que  hay dedicado al mundo visigodo en la capital de Extremadura.

Podrás entrever la leyenda del Santo Grial que es un elemento clave de las leyendas artúricas, y uno de los personajes principales te recordará lejanamente al druida de Asterix y Obelix (ojo, solamente en los utensilios, costumbres,…no que sea de comic ojo).

Utiliza un recurso para no cansar la acción consistente en el poder de visionaria que tiene la protagonista, recurso útil pero que al final del libro creo que ha abusado del mismo, pero que o hacía eso o se alargaba demasiado el relato. También me ha sorprendido su estilo literario en el que pasa del relato en tercera persona al de primera sin solución de continuidad, llevándote y trayéndote por el relato, acercándote a la historia y a los personajes.

También describe la expansión del cristianismo y el arrianismo por las diferentes zonas de la península.

Por esforzarse en desarrollar una novela histórica muy bien documentada, sin fisuras, poco trabajada la época, es un libro muy recomendable. Sorprende positivamente que su primera obra tenga esta calidad, por lo que incluiremos a esta autora en la lista "a seguir".

Más opiniones:

8 comentarios en «Libro: La Reina sin nombre, de María Gudín»

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  2. Bernardo Román Macías Pisano Responder

    Hasta la época en que tiene lugar la batalla de Covadonga y la constitución del Asturorum Regnum, (siglo VIII d.C.) es muy poco lo que sabemos sobre los pueblos que habitaron el Noroeste de España (las actuales Galicia, Cantabria y Asturias, específicamente), y por lo tanto es explicable que al intentar hablar de su pasado, como se hace en ésta novela, se cometan aberraciones de éste tipo. Sin embargo, lo que no me parece es posible es que tenga tal aceptación, y que las librerías y medios de comunicación se atrevan a venderla como “Novela Histórica”, cuando la poca información confiable que tenemos, procedente de los escritores romanos y la arqueología contemporánea, nos muestran a unos habitantes de esas tierras muy distintos a los describe la novela; veamos.

    – Nadie puede afirmar, con los datos que tenemos, que los pueblos prerromanos del Norte peninsular hayan sido celtas, puesto que en primer lugar los celtas nunca formaron una nación o etnia bien definida, y en segundo, la arqueología de estos pueblos nos ha rebelado que su cultura material tenía muy poco en común con la de los pueblos celtas (galos, britanos y celtíberos) propiamente dichos. Tanto los nombres de lugar como de persona que de esos pueblos nos han llegado, parecen señalar que efectivamente los antiguos habitantes del Noroeste de España hablaban un idioma céltico del tipo “q”, y en sus yacimientos arqueológicos se han encontrado objetos de tipo celta o centroeuropeo, como algunas joyas o armas, pero un idioma y algunos utensilios de uso común no son suficientes para llamarles “celtas”, como la autora lo hace, pues en tal caso podríamos llamar españoles a los filipinos (hablan español) o franceses a los habitantes del Congo (hablan francés).
    – Tanto por las inscripciones en piedra realizadas en el periodo romano, como por los autores clásicos y su propia tradición oral, sabemos que estos pueblos eran claramente politeístas, cuando menos hasta la consolidación del cristianismo en la zona a partir del siglo VIII, por lo tanto, resulta imposible que astures del siglo V mencionen a un dios “Único Posible” como parte de su tradición. Las inscripciones del periodo romano halladas en la zona nos proporcionan los nombres de dioses menores como Bandua, Tileno, Cándamo, Aramo, étc. Y la tradición oral de estos pueblos nos revela que por encima de ellos adoraban a un dios semejante al Júpiter romano, relacionado con las tormentas, el sol, la guerra y la curación principalmente, que pudo haber sido el dios galo Taranis; y aún por encima de él, reconocían a una diosa madre relacionada con la fertilidad, la tierra, el invierno, las piedras, el mar y el agua terrestre, que pudo haber recibido el nombre de Ana. (“El mito de la Creación y otros mitos Asturianos”, Cristobo Milio Carrín. Oviedo. 2204). En pocas palabras, de “Único Posible” nada.
    – Los autores de la época romana, principalmente Estrabón (Geografía, III), refieren que efectivamente estos pueblos realizaban sacrificios humanos; pero no hacen referencia a sacrificios institucionalizados, ni usuales o frecuentes, como los que hace Lubbo al más puro estilo azteca, sino de sacrificios reservados a prisioneros de guerra o criminales. Por otra parte, debemos tener en cuenta que los romanos prohibieron este tipo de sacrificios en el Imperio y dado que la región citada formaba parte de éste desde finales del siglo I a.C. es muy poco probable que los sacrificios humanos continuaran practicándose después de la conquista romana; solo tenemos constancia de un caso aislado ocurrido en el siglo IV o V, en que supuestamente un evangelizador de nombre Juan fue decapitado en un altar pagano.

    – Aunque cántabros y astures fueron los últimos pueblos de la Península en ser conquistados por los romanos (finales del siglo I a.C.), y posteriormente pudieron mantenerse en un relativo aislamiento geográfico, los últimos hallazgos arqueológicos han rebelado que especialmente regiones como Galicia o la franja central de Asturias se romanizaron intensamente, adoptando sus habitantes la cultura romana en perjuicio de la propia. No sólo adoptaron la organización social romana, también tenemos constancia de grandes contingentes de astures y cántabros enrolados en el ejército romano y los hallazgos arqueológicos han rebelado la presencia en la región de grandes ciudades con termas, mosaicos y grandes construcciones de tipo romano, así como calzadas, grandes obras de minería y gran número de villas romanas. De hecho, se sabe que al menos las clases más elevadas adoptaron el modo de vestir romano, nombres romanos, y que cambiaron su lengua por el latín; y por lo tanto es muy poco probable que las antiguas tribus hallan seguido existiendo en el siglo VI en que se desarrolla la novela, de modo que no podían en esa época seguir existiendo albiones, vadinienses, cilenos, ártabros étc. Sino que estarían todos integrados bajo los nombres de “astures”, galaicos o cántabros. La única tribu que nos consta conservó su identidad es la de los luggones, a los que la autora llama “primitivos y carniceros”, no pudiendo estar más alejada de la realidad, ya que para entonces se habían convertido en el pueblo más civilizado, rico y romanizado de la región, dominaban toda la mitad oriental de Asturias y construían grandes obras arquitectónicas al modo de los romanos. Mucho sobre ellos puede leerse en http://www.celtiberia.net
    – En cuanto a los druidas, la poca información sobre ellos que podemos considerar propiamente histórica está en los datos aportados por los escritores clásicos, como Julio César en sus “Comentarios de la Guerra de las Galias”, principalmente, y otros más como Diodoro Sículo o Estrabón. Aunque efectivamente tuvieron importantes centros de aprendizaje en las islas británicas, ninguno de los autores antes mencionados refiere que adorasen a un único dios. De hecho, los describen como los principales promotores del culto a los dioses celtas y sacrificios humanos especialmente cruentos (descuartizamiento, ahogamiento, incineración en vida étc.) que recientemente se han visto corroborados por la arqueología británica; aunque no por ello debemos pensar que este tipo de sacrificios se practicaban en el Norte de España, pues no tenemos ningún dato que confirme la presencia de druidas en esa región. La idea de los celta monoteístas y descendientes de Jafet proviene de textos monacales de la Edad Media, que intentaban explicar el origen de todos los pueblos a partir de Noé, y llegaban a hacer afirmaciones tan absurdas como decir que la lengua de los celtas era el hebreo.
    – En cuanto a las copas rituales, su existencia NO está ni bien ni mal abalada entre los antiguos celtas, aunque tenemos gran número de leyendas y cuentos celtas que hablan de copas mágicas semejantes a la marmita de Obelix, el que las hayan utilizado realmente no está documentado. La copa que supuestamente salió de la Galia y de ahí pasó a Roma, de ahí de Palestina, de ahí de nuevo a Roma y de ahí a España y que hoy se conserva en la catedral de Valencia, parece haber sido realmente fabricada entre los siglos I a.C. y II d.C. aunque no en la Galia sino, a decir de los arqueólogos, en Egipto o Palestina, y únicamente el cuenco superior, el resto fue agregado en la Edad Media y es de manufactura árabe, por lo que resulta imposible que Enol la haya utilizado en el siglo VI tal como se describe en la novela, con su oro, sus incrustaciones de ámbar y sus arandelas. http://en.wikipedia.org/wiki/Holy_Chalice#The_Holy_Chalice_of_Valencia

    En resumen, la novela de “histórica” no tiene ni la “h”, es un relato de ficción y me parece un completo abuso el que se venda como un relato histórico. Si queréis leer una ficción celta semejante a los comics de Astérix aunque con mucho menos gracia, leedla; ahora que si queréis leer una novela histórica sobre astures, podéis descargar gratuitamente una muy buena en la siguiente dirección: http://www.geocities.com/mouguias/Otrostextos.htm

  3. Freddy MORENO Responder

    hOLA, SOLO QUISIERA SABER QUE LENGUAS HABLABAN LO ANTIGUOS HABITANTES DE ESPAÑA

  4. Amparo Boquera Responder

    La reina sin nombre es una buena novela. En ella se mezclan ficción y realidad, como le ocurre a la mayoría de la literatura histórica contemporánea. Si una novela es solo ficción es poco creíble y si es solo realidad, no es una novela. «La reina sin nobre» es una bella historia que nos hubiese gustado a muchos que fuese verdad. Yo creo que no se ha pretendido hacer en ella un tratado sobre los pueblos celtas, sino una historia del siglo VI, cuando múltiples razas y pueblos convivían en la península ibérica. A mi me ha gustado mucho lo que la propia autora explica al final de la novela y lo que he encontrado en Internet también de la propia autora. Os recomiendo que lo leáis.
    La dirección web es:

    http://www.clubdellector.com/articulos.php?id_articulos=186

  5. CapitanTomate Responder

    Mike, anoche me compré este libro en su edición de bolsillo porque tras leer el resumen de la parte trasera me dió «buen rollito» y buscando en Google encuentro tu crítica.

    Ya te contaré qué me parece, pero la cosa pinta bien…

  6. Beatriz Responder

    “La reina sin nobre” es una bella historia que nos hubiese gustado a muchos que fuese verdad.

    Qué razón tienes Amparo Boquera… =)

    Ojalá hicieran una película, el libro es genial: las descripciones, los paisajes, la historia en sí… precioso =)
    Ya está a la venta «Hijos de un rey godo», segundo libro de la trilogía de «La reina sin nombre»

  7. Beatriz Responder

    Y a Bernardo Román Macías:
    Gracias por el enlace, parecen interesantes los libros y seguro los leeré, pero que se calle porque no puede ponerle pegas a este libro. Pa poner pegas a él, que más que español o castellano parece que escribe en jeroglífico, con tantos simbolitos que aparecen en su comentario.
    Ala, he dicho.

  8. Manuel r. Responder

    Hasta ahora había leído novelas históricas con poca credibilidad y no demasiado buenas, por lo que cuando me recomendaron esta, pensé que de nuevo sería un bodrio, pero me equivoqué. Claro que tiene su parte de «fantasía», pero posee una base histórica veridica. Y sobre la parte amorosa, muy bonita a la par que triste, aunque dejando verse la esperanza de la otra vida, ya que tan completa es que se trata el tema del cristianismo y arrianismo incluso. Por lo visto María Gudín ha escrito la continuación «Hijos de un rey godo» creo qye es el título, ¿me equivoco?

    Chapeau por la autora. Por obras como esta merece la pena pagar

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