Aunque ya han pasado las fiestas navideñas y os estoy dando una paliza tremenda con el tema del vino (vosotros seguid engullendo cerveza en invierno, luego al gimnasio a bajar la tripita), aún me relamo cual gato glotón con el recuerdo de la estupenda cena que disfrutamos en casa de unos amigos varias parejas. Una de ellas, la anfitriona, nos puso viandas de reyes, o sea: jamón del gí¼eno, queso mejor aún, lomo, patés, delicatesen,…y de vino todo un descubrimiento: Ribera del Duero AAlto. La otra pareja trajo para la ocasión un vino para reyes :un Ribera del Duero de 1995 (etiquetado especialmente para SSMM los Reyes de España, toma ya).
El primer vino era aterciopelado, con recuerdo a frutas del bosque, a ciruela dulce. El segundo era un vino con personalidad, de los que te renuevan la sangre de golpe, de los que se notan su sabiduría (esas cosas que producen los grandes reservas).
Así da gusto cenar con amigos. Lastima que sea solamente una vez al año.
Si alguien se pregunta que qué fue lo que yo llevé, la respuesta es sencilla: al catador de comida y vinos:moi. Alguien tenía que ser.