El sector del gran consumo lanzó el año pasado 131 novedades, un 11% más que en 2015, pero un 16% menos que en 2010, según el ‘Radar de la Innovación’, elaborado por Kantar Worldpanel, que lamenta que España “esté a la cola de Europa en innovación, sólo superando a Portugal y Dinamarca”.
La alimentación sigue siendo el sector que más innovación genera, concentrando el 63,4% de los lanzamientos, que suponen 9,7 puntos menos que en 2015. Las bebidas acumulan el 18,3% de la innovación (+3,1 puntos), mismo porcentaje que el cuidado personal y del hogar (+6,6 puntos).
A la vista de estos y otros datos, cada día será más difícil entrar en determinadas cadenas de consumo con los productos de alimento tradicionales y no por el tipo sino por el formato o embalaje. Los consumidores se están acostumbrando o se han acostumbrado ya a comprar envasado casi todos los productos. Aún quedan alimentos que se pueden comprar en formato original: frutas, verduras o quesos, aunque existe numerosa oferta ya de frutas troceadas, peladas o mezcladas al estilo enssaladas en tarrinas especiales. Lo mismo la verdura y el queso que ya se compra hace años loncheado, cortado o en combinaciones de cuñas.
Quizás la clave de la innovación no pase solamente por el tipo: ecológico, bio, artesanal, tradicional o nuevos productos, sino en los nuevos formatos de consumo. La tendencia a una población cada vez más envejecida, familias monoparentales, etc me hacen pensar que la clave es facilitarles las compras con sistemas que permitan la compra rápida, el transporte y conservación pero sobre todo el consumo.
Quizás un ejemplo, de los miles que pueda haber, es la hamburguesa individual envasada con todos los elementos lista solo para calentar.
No vengo a descubrir nada nuevo, lo sé, pero creo que hay aún muchas empresas que no están teniendo en cuenta esta nueva realidad: la innovación te permite llegar a nuevos clientes a los que con tus anteriores productos no estabas llegando.