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Algunas lecciones del rugby aplicadas al mundo empresarial
Dentro de unos días empieza el Torneo de las 6 Naciones y por ello creo oportuno traer algunas reflexiones o lecciones de rugby aplicables al mundo empresarial.
Todos tienen un puesto en el que son especiales
Frente al fútbol, en el rugby caben todos. Esa discriminación por gordito, flaco, alto, bajo, etc que se daba en el patio de la escuela, en rugby no existe. Hay sitio para todos los jugadores, sea el perfil que sea. La importancia está en ubicar a cada uno en el puesto donde más rinde. La labor del equipo técnico es fundamental.
En las empresas no todo el personal está allí donde más rinde, sino en el que aterrizó. No importa que con el paso de los años ese personal haya evolucionado o cambiado. Aquí la labor de recursos humanos es vital. En una Pyme no suele haber un director de personal, por lo que es el propio empresario el que hace ese rol, a pesar de que en muchas ocasiones no sea el adecuado. ¿Y si confiáramos en esos casos en empresas especializadas? Seguro que el coste se vería recuperado con la rentabilidad.
Trabajo en equipo
Aunque en algún momento puntual pueda haber una jugada individual, la clave del rugby es el trabajo en equipo. De nada sirve que seas el más rápido si tu defensa no te ayuda cuando te placan. Nadie puede jugar los dos tiempos siendo un «chupón». Es un deporte en el que debes estar atento todo el tiempo porque en cualquier segundo te pueden pasar el balón, es más, hasta sin balón es clave dónde te ubicas y cómo puedes ayudar en un maul, en un ruck o en una touch.
En las empresas el espíritu de equipo se fomenta poco. Algunos empresarios prefieren que no esté unido su personal con el fin de evitar reivindicaciones colectivas. A otros directamente no les preocupa. Sin embargo, el balón de los éxitos sólo avanza si todos los empleados trabajan unidos en el mismo objetivo, se apoyan en cada momento, están pendientes de cómo pueden aportar a otras áreas desde la suya. Sin duda no es tarea fácil hacer equipo. En rugby la labor del equipo técnico es clave.
En la primera salida que hicieron los chavales a Jaén antes de Navidad, el equipo técnico nos pidió a los padres que no los lleváramos en nuestros coches, que preferían fuesen todos en el mismo autobús para que se relacionasen entre ellos y se sintieran un equipo.
¿Qué se hace juntos todos los empleados de una misma empresa con el finde que se sientan un equipo?
Polivalencia
Aunque cada jugador tiene un puesto definido, durante el transcurso de un partido le toca en determinadas situaciones jugar un rol distinto. Un zaguero puede estar esperando recibir el balón para correr y tratar de ensayar. Pero en otras ocasiones le toca por la evolución del juego, lo que se denomina limpiar, es decir, quitar jugadores contrarios que en un maull o ruck (para los no iniciados es ese lío que se forma alrededor del balón cuando el que lo lleva es placado) quieren abalanzarse para recuperar el balón. Digamos que es como el portero de fútbol que sale a rematar un córner.
En muchas empresas son los propios empleados que se niegan a salir de su zona de confort para apoyar a la empresa. A diferencia del zaguero cuya constitución no es la de peso pesado y aún así se arriesga a impactar contra moles, el empleado comodón se limita a su día a día aunque vea a sus compañeros hasta arriba.
Es evidente que si los jugadores de rugby no tuviesen en su espíritu el participar en aras del equipo con otras funciones puntualmente, no existiría ni el espíritu de equipo ni el de luchar por la victoria. Ese empleado comodón igual debería irse al banquillo.
Cambiar el sentido del juego
En el transcurso de un partido, podemos ver esa formación de jugadores de un equipo y otro que agarrados por los hombros chocan un lado contra el otro. Es la famosa melé. ¿Qué hacen los otros jugadores que no forman parte de la melé? Esperar a que les toque participar recibiendo de esa formación el balón para pasárselos unos a otros. Eso es lo que dice la teoría. La realidad es que no siempre sucede esa evolución del juego. Dependiendo de la situación, del resultado, de lo fuerte o rápido que sea el equipo contrario, se decidirá o ser los propios jugadores de la melé los que traten de romper por fuerza o pasar a un lado una otro para sorprender con velocidad. Esto hace que se adapte el juego a cada necesidad.
En el mundo empresarial, nos encontramos situaciones de mercado complicadas en donde chocamos con una realidad difícil. Intentar jugar de la misma forma no suele dar buenos resultados. En muchas ocasiones es necesario saber cambiar el sentido del juego. Lo que me sirvió en muchos años puede que ahora, en las actuales circunstancias no me sirva. ¿Aprovecho la fuerza o la velocidad? ¿Juego a un lado u a otro?
Jugar de la misma forma puede ser bueno, genera una disciplina y unos hábitos que permiten maximizar todo el trabajo. Pero insistir cuando el balón no logramos que avance no es la solución más adecuada, para poder jugar pivotando, es necesario que se entrene, que se lleve en el espíritu de que es posible y necesario.
Por eso las empresas deberían estar preparadas, deberían implantar una cultura en la que todos los empleados sepan que nunca van a estar en una posición de confort, que van a estar siempre en una evolución, cambio contínuo, que permita a la empresa pivotar en la dirección más rentable. (Sin duda recomiendo la lectura de Lean StartUp).
Estrategia y táctica
Al hilo de lo anterior, sin duda el objetivo de cualquier equipo es ganar. Para ello se define una estrategia dependiendo de los puntos fuertes y débiles del contrario. Esa es una labor del equipo técnico: conocer y estudiar al contrario. Y así se decide jugar más a velocidad o fuerza, provocar más saques de banda o touch, etc. Sin embargo eso no quita que en cada jugada se defina una táctica concreta. El objetivo es el mismo, la estrategia puede ser casi la misma (se ajustará de acuerdo a los cambios que realice el equipo contrario) pero la táctica es específica.
En algunas empresas me encuentro que el objetivo no está claro. ¿Incrementar ventas o márgen? ¿Incrementar cartera de clientes o mantener la misma? ¿Seguir haciendo lo mismo o innovar? Por ello si no tenemos muy bien definidos los objetivos, difícil será establecer una estrategia. Por qué además será necesario conocer a mi competencia y a mis clientes. ¿Con qué profesionales analizo a mi competencias? ¿Con qué medios estudió y conozco a mis clientes?
En otros casos, se define una estrategia y durante el ejercicio fiscal no se modifica ni se adapta a las circunstancias, se juega de la misma manera. Y cuando surgen situaciones concretas, no aplicamos tácticas concretas, sino sacamos el libro de cómo se ha hecho siempre y se aplica. Sin duda a pesar de esto, hay empresas que logran una victoria, pero ¿le han sacado todos los puntos que podrían haber hecho? ¿Lo han hecho a costa de un gran esfuerzo que deja a su empresa agotada para el siguiente año?
Concentración o como el éxito no te distrae
A diferencia de otros deportes (léase fútbol) la celebración de un tanto, de una transformación, no es excesiva. Y nunca es individual. Siempre es colectiva. Pero no permite relajarse, no permite en muchas ocasiones disfrutarlo. Inmediatamente deben volver a su campo, volver a organizarse, volver a concentrarse porque el equipo contrario ataca. El tipo de tanteo, al no ser cada «gol» un punto sino que puede valer 5 puntos, 3 puntos o 2 punto según como se haya conseguido, hace que el éxito de ahora no dure mucho.
En algunas empresas los buenos resultados de un año y otro provocan una relajación. Dejamos de controlar los costes porque ganamos dinero. Dejamos de innovar o exportar, porque ganamos dinero, dejamos de apretar porque todo va bien. Y es ahí cuando perdemos la concentración, cuando nos relajamos por el éxito, y como en la vida los tantos de nuestra competencia no va de punto en punto. A veces la competencia nos marca 5 puntos de golpe.
Levantarse y seguir
En muchas jugadas te placan, caes, te empujan, golpean,…y los jugadores se levantan y siguen. Sin perder tiempo en lamentaciones ni quejas por el dolor de la acción anterior. (Una gran diferencia del teatro del fútbol). El juego sigue, de nada sirve detenerse. El objetivo del equipo es más importante que uno solo. Y si hay alguna lesión, el juego sigue sin ti. No se para. Las asistencias entran al campo a atenderle, pero el juego sigue. Por la cuenta que te trae, te levantas lo antes posible y sigues si puedes, eres un engranaje en el equipo, importante, pero si no puedes seguir tú, hay otros.
En la empresa, operaciones fallidas producen conflictos, discusiones y hasta caza de responsables. Un problema genera en los empleados malestar, que se amplifica, que se propaga, que en definitiva mete ruido y nos distrae en el mejor de los casos. Roces entre departamentos, entre responsables. Nos creemos insustituibles. Por ello, lo mejor es pasar página y seguir, el objetivo de la empresa debe estar por encima de lances del juego. Eso fortalece al equipo, lo une más.
El pasillo
Al finalizar cualquier partido el equipo que ha ganado le hace un pasillo de honor donde aplauden y reconocen el esfuerzo del equipo contrario. Y el perdedor a su vez le hace el pasillo al ganador. Es una lección de humildad y caballerosidad. Hoy puede que yo haya ganado, mañana puede que me aplaudana mi porque haya perdido. Al ganador le baja su ego, al perdedor le sube algo la moral. Aunque todos preferimos ganar.
En algunas empresas que son líderes en su sector se termina implantando el espíritu de «somos siempre ganadores». Esto puede provocar cierto endiosamiento, egos crecidos que hacen bajar la guardia, que nos genera una falsa sensación de seguridad, una puerta abierta a errores. Y luego cuando nos vienen mal dadas, como no estamos acostumbrados a que nos hagan el pasillo de los perdedores, acusamos más el golpe. Por ello, aunque seamos los mejores, tengamos en cuenta a nuestra competencia, respetemos el esfuerzo, la lucha. Y seamos conscientes que la falta de humildad en los éxitos abre paso a errores y fracasos.
El tercer tiempo
Si lo de hacer el pasillo es una tradición de pocos deportes (en las artes marciales es el saludo mutuo del vencedor y el vencido) , lo del tercer tiempo hace único a este maravilloso deporte de equipo. Compartir la celebración con todos: el equipo que hay ganado, el que ha perdido, los técnicos y hasta el árbitro. Eso es único.
Quizás en el mundo empresarial, lo de irse con la competencia a tomar unas cervezas sea complicado, pero ¿nos juntamos de vez en cuando todos los empleados, jefes y socios para celebrar algún éxitos?
Tuve la fortuna de trabajar en una empresa que cuando se alcanzaban los objetivos diarios, sonaba por todo el edificio una trompeta. El primer día me pilló de sorpresa: los departamentos de las distintas plantas celebraban con gritos y palmadas el éxito. Y los viernes en que se alcanzaban los resultados en el bar de la esquina había una cerveza pagada. No todos pueden permitirse esto, pero entre nada y algo.
Espero que si eres empresario te sirva algún punto, pero espero en todo caso que te aficiones al rugby ;-D
NOTA: Gracias a @fjrmeconomistas por revisar desde su experiencia empresarial el presente texto, y gracias también a @JoseMPalomares por las correcciones y puntualizaciones sobre rugby.
Por cierto, si queréis leer más sobre el rugby aplicado a la empresa, os recomiendo la entrada «El espíritu del rugby y la empresa» del Blog Consultor Artesano.
Gracias por la referencia.
A disfrutar del Seis Naciones, que empieza enseguida 🙂